Carlos Pellicer Cámara poeta Tabasqueño

Nacido de Carlos Pellicer Marchena y Deifilia Cámara Ramos el 16 de enero de 1897 en San Juan Bautista de Villahermosa, Carlos Pellicer Cámara fue poeta, arqueólogo, político, crítico y activista tabasqueño.  

Pellicer tuvo grandes relaciones con diversos personajes de la literatura como Ramón López Velarde, José Vasconcelos (con quién trabajó como secretario), Pablo Neruda, Silvestre Revueltas, Octavio Paz, entre otros.

En 1927 publica una de sus obras más importantes en París, “Hora y 20”.

Entre los cargos que desempeñó se encuentra la dirección del Departamento de Literatura de Bellas Artes, Director del Departamento de Educación Extraescolar y Estética (hoy INBA), profesor en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, jefe del Departamento de Difusión Cultural de la UJAT,  senador de la República por Tabasco, y diversas presidencias de sociedades de escritores alrededor de Latinoamérica.

En 1951 trabaja en la creación del Museo Arqueológico de Villahermosa, del que sería su director hasta su muerte. Organiza multiples museos de arqueología a lo largo de México.

El poeta de América, Carlos Pellicer Cámara, contribuyó con su obra su amor y pasión por la naturaleza y las culturas madres de Tabasco, sus versos reflejan la majestuosidad del Edén así como el protagonismo de los recursos naturales que lo componen.

Pellicer dejó un legado poético y arqueológico que persiste hasta la actualidad.

 A 125 años de su Natalicio, lo celebramos con “Ni la luz ni la sombra” publicado post mortem en Reincidencias (1978), obra inédita y dispersa que Pellicer no pudo completar para su publicación, pero gracias a su sobrino sus últimos versos pudieron ver la luz.

NI LA LUZ NI LA SOMBRA

Solo y a solas con todas las cosas.

Un momento presente en todo instante.

Jamás ningún momento es semejante;

solo y a solas con todas las cosas.

La luz en las montañas misteriosas

da una flor, una vez, determinante.

Nunca la mano encajará en el guante:

podrá tocar la luz sin ser las rosas.

Si amanecemos sin que nos despierte

ni la luz ni la sombra, si se advierte

nuestra presencia en todo lo creado,

qué instante para siempre es nuestra vida,

qué momento sin muerte hemos tocado,

qué nueva sangre cerrará la herida.

-Carlos Pellicer Cámara