Otot La antigua vivienda yokot´an de Tabasco

El hombre desde tiempos arcaicos tuvo la necesidad de resguardarse de las inclemencias del tiempo, ya sea de la lluvia, el sol y el viento, al volverse sedentarios los grupos de cazadores – recolectores y en un medio cálido – húmedo con ausencia de cuevas o grutas y con zonas inundables, el yoko yinik tabasqueño empezó a construir un espacio donde protegerse del clima y los embates de la naturaleza.

Otot es como se denomina casa en lengua yokot´an de Tabasco, su construcción relatan los últimos ancianos chontales de Centla, Nacajuca y Tamulté, llevaba toda un trabajo y una empresa que se ha distorsionado y extinguido en las comunidades chontales tabasqueñas, pues a la llegada de los europeos hispanos en el lejano marzo de 1519 a Centla, aseguraban que existía una gran ciudad con viviendas de cal y canto donde se adoraban ídolos y donde existía en medio de la ciudad una gran ceiba, testimonios románticos que solo existen en crónicas de los conquistadores europeos a su llegada a Tabasco.

Lo cierto es, que la mayoría de esas viviendas eran de material perecedero como palma, guano, jahuacte, caña brava y tinto, que en su mayoría eran extraídos de la selva y el pantano, y eran trasladados al centro del poblado donde se levantaban como viviendas tradicionales, al principio las viviendas se levantaron a las orillas de los ríos y lagos, posteriormente los pueblos al sufrir el saqueo y amenaza de la piratería, posterior a la conquista, se trasladaron a las profundidades de la selva y pantano para fundar pueblos chontales como ixla (hoy Quintín Arauz), Mukte´(hoy tamulte), y yëxtup (hoy Nacajuca).

La construcción de la vivienda yokot´an consistía en organizarse entre familiares y amigos para ir a cortar la madera para la vivienda, se seleccionaba la luna para el corte de la palma real, el jahuacte y la caña brava para el seto; el tinto y el chipilcohíte aportaban los cinco horcones; el tatúan, el mangle rojo y el popiste era el artesón, por último el guano de corozo era el techado, antes de iniciar se hacía un ritual para agradecer a los dueños del monte   permitir la construcción de la casa, en los agujeros donde se incrustarían o sembrarían los horcones, se dejaban como ofrenda un pavito criollo o chok mulu, en otras comunidades se dejaba sangre de un pavo (tsoj en yokot´an) que se sacrificaba para alimentar a los hombres que ayudarían a construir la vivienda, el guano debería de sahumarse para contrarrestar alimañas y el techo debe de ser de dos agua para que escurra bien la lluvia, casi verticales, con esta forma se asemeja a los arcos falsos de las antiguas pirámides mayas.

Levantar sobre la tierra la vivienda era una tarea artesanal, un ritual o un hermanamiento fraterno de los pueblos yokot’anob, mientras los hombres escarbaban los agujeros, se subían y se amarraban las soleras con bejucos, se colocaban garrochas, caballetes, viga, tijeras y se aseguraban con cintas el armazón, las mujeres preparaban la comida y el pozol, la tarea era dirigida por un anciano techador y constructor de casas, que de vez en cuando ofrecía un trago de aguardiente a los constructores para mitigar el desgaste del cuerpo bajo los potentes rayos del sol.

En su interior se instalan tapancos para almacenar granos y provisiones durante las eternas inundaciones, en el yahual que sirve como alacena y que  resguarda totopostes, tortillas, pozol y chocolate contra las hormigas, sobre el fogón se preservan y ahúman plátano, papaya, mango, naranja, carne salda, jícaras, cajetes y apastes. La casa tradicional tenía dos puertas, una de acceso y otra de salida y solo dos ventanas a los costados, con esto se cumplía la función del número cuatro, donde podrían circular los cuatro vientos sagrados desde los cuatro puntos cardinales del mundo yokot´an, así mismo podrían ingresar y salir fácilmente, los antiguos pixan o espíritus de los antepasados de la cosmovisión yokot’an.

Antes de habitar la casa, se debe de proteger con una ofrenda a la madre tierra, por permitir la construcción de la casa, por lo regular en zonas altas que en Tabasco se llaman lomas, pero también se construyeron viviendas en zonas inundables que a manera de plataformas o palafitos, se erigieron sobre el pantano buscando no ser alanzadas por la creciente (inundaciones), entre los enceres y utensilios de la casa chontal se encontraba la cama de madera con tejido de hilo, una mesa con sillas y la infaltable hamaca para refrescarse del calor tropical de Tabasco.  Cabe mencionar que antiguamente era muy penado  el robo entre los chontales, pues se consideraba una vergüenza y una deshonra robarse entre sí, por eso las casas tenían puertas sin cerraduras, solo un tronco o un palo resguardaba durante la noche las puertas de acceso. Hoy la delincuencia en las comunidades yokot’anob no respeta ni las escuelas, ni las iglesias ni los panteones. Para finalizar, al santo patrón que era elegido por la familia yokot’an se le construía un nicho dentro de la casa, que a manera de altar, sería el lugar sagrado para comulgar con las almas de los familiares muertos y pedir auxilio y bendición de los santos cristianos.  

De esta manera, el yoko yinik tabasqueño construía su antigua vivienda que era de material sustentable extraído del entorno natural de sus comunidades, la llegada de gente ladina o de ciudad, aunado a la explotación petrolera, ha cambiado profundamente las costumbres chontales, que hoy ven con menosprecio las casas de guano y palma, pues creen erróneamente que las casas de material hechas con block y cemento son mejores, porque según escuchan, así viven la gente decente y civilizada de las grandes ciudades.

Sin embargo, en lo más profundo de las zonas indígenas de Tabasco, las casas de guano y palma subsisten, aunque el yoko yinik es acosado y seducido por la “modernidad” que lo obliga a construir casas de varillas, blok y cemento, las antiguas tradiciones se mezclan y se introducen en lo cotidiano, resguardando la añeja costumbre del pueblo yokot´an tabasqueño que se resiste a olvidar la construcción paralela a la casa de material, una choza de guano, jahuacte y palma, una al que llaman kototla que en lengua  yokot´an significa “Nuestras Casas”.

Plácido Santana Hernández, Historiador de la Secretaría de Cultura y Cronista yokot’an de Centla

Leave your vote

This post was created with our nice and easy submission form. Create your post!

Artículos recomendados

Deja un comentario

GIPHY App Key not set. Please check settings

Log In

Forgot password?

Forgot password?

Enter your account data and we will send you a link to reset your password.

Your password reset link appears to be invalid or expired.

Log in

Privacy Policy

Add to Collection

No Collections

Here you'll find all collections you've created before.

A %d blogueros les gusta esto: